21 nov 2007
Una fotografia de mi iglesia
Aunque mi Iglesia es pequeña es grande en amor,
los fieles al Señor van llegando, otros hermanos esperando
con anhelo que Jesús escuche la oración.
Un hermano en su mirada tiene un pedazo de cielo
y entre sus manos reposa su oscurecido bastón,
sus ojos humedecidos por lágrimas de emociones
desbordantes por que lleva a Dios en su corazón.
Se oye una voz melodiosa que invade toda la estancia
como una suave fragancia que eleva a nuestro Dios,
es el coro de hermanas que con amor siguen cantando;
el lugar se va llenando de devoción que unida
con la oración nos llenan de dulce paz.
Muy cerca algunos chiquillos rebosantes de alegría
llenan de algarabía por instantes la oración,
después un gran silencio ha llegado el momento
de abrir la palabra del Señor
que traspasa los huesos y llega hasta el corazón.
La presencia del Señor se siente en todo lugar
y hasta podemos palpar su gracia y su bendición
y al despedirnos los hermanos unidos como con lazos de Dios
sentimos la abundancia del amor de Dios.
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