23 ene 2008

ESTAR EN SILENCIO ANTE EL SEÑOR

En realidad no vivimos con frecuencia en silencio, como podemos comprobar en un centro comercial a menudo ponen música y en el trabajo también, quizás cuando uno estudia también se pone la música; pero si nos desplazamos a dar un paseo por el bosque, entonces podemos percibir el silencio, nos damos cuenta de la gran quietud que reina en el lugar.

Cuando estamos junto al Señor, ¿percibimos ese silencio?; estar en silencio ante Dios es muy importante.

Hemos de entender que somos insignificantes ante la grandeza del gran Creador de todas las cosas, que somos algo minúsculos entre los millones de gentes y él el eterno y todopoderoso.

Estar en silencio ante el Señor, es percibir que nos quiere decir algo; El Señor habló no a Elías en un poderoso viento ni en un terremoto, sino en un susurro apacible y delicado.

Por más que nos anticipemos al alba, le busquemos temprano, nos quedamos fijos y sólo puedes guardar silencio y gemir acalladamente por aquello que roba nuestra paz.

Queremos sentir el calor de su abrazo, escuchar la dulzura de sus palabras, el silbo apacible de su presencia, ser saciados de agua y pan celestial y sólo encontramos silencio, vacío, hambre y sed. Esto resulta un poco contradictorio si pensamos que El ha dicho "me encontrarás al buscarme, si me buscas de todo corazón, ... venid a mí los que estáis cansados y cargados y Yo os haré descansar, ... al que viene a mi yo no le hecho fuera..., pedid y se os dará, buscad y hallareis...".

Es entonces cuando encontramos una intersección en nuestro camino y donde decidimos si olvidamos la palabra que Dios ha puesto en nuestro corazón y nos dejamos llevar por las circunstancias; o nos llenamos de coraje y decidimos creer a Dios y obedecerle por encima de las circunstancias, por convicción y seguir nuestro caminar como viendo al invisible, es cuando nos decidimos obedecerle a pesar de, "así Jehová me matare en El esperaré" como lo expresa Job 13:15, y aunque no le sienta ante El me presentaré, por disciplina, por persistencia. Me pregunto, por qué tanto silencio de Dios cuando más necesitamos escuchar su dulce voz, por qué el frío en su presencia cuando más necesitamos sentir el calor de su abrazo, ... qué desea Dios de nosotros cuando sólo podemos expresar gemidos acallados y no tenemos fuerza para levantarnos. En eso recordamos que "bástate mi gracia que mi poder se perfecciona en tu debilidad", que Dios quiere ver lo que hay en nuestro corazón, que nos acordemos del camino que hemos tenido que atravesar para heredar nuestra tierra prometida, para que una vez que entremos en posesión de ella no nos olvidemos de El y de que somos polvo,

Pero lo mejor de todo es que Dios desea que cuando estemos en el desierto clamemos a El aunque no podamos, que no le demos sacrificio que no nos cueste nada, que desde el desierto o desde el Jordán, así no podamos pronunciar palabra alguna nos acordemos de El, de su poder, de su señorío, de su gloria, de que El reina, por tanto la tierra puede regocijarse; y entonces... nuestro corazón será recto delante de El, entonces por la humildad y el temor a El nos rodeará honra, vida y riqueza (Prov.22:4), y subiremos, pues, del desierto ungidos como lo expresa Cantares 3:6-11, como columna de humo, sahumados de mirra y de incienso y de todo polvo aromático, rodeados de su protección divina. Cuando te encentres así, y sientas que desmayarías si no creyeres que verás la bondad de Jehová, mejor aguarda a Jehová, esfuérzate y aliéntese tu corazón, sí... espera a Jehová porque El es la fortaleza de tu vida, El enviará su luz y su verdad y estas te guiarán, aunque no lo percibas, sabes porqué??, porque pese a la oscuridad El es luz y nos iluminará, pese a que no le sintamos el está allí en y junto a nosotros (as), porque así lo prometió, y además prometió saciarnos del bien de su santo templo, Jesús es el Pan de Vida, la fuente de agua inagotable, el nos ama y honrará su palabra que nos ha dado. Aunque no sea ahora su respuesta, "aunque no lo veas, no lo sientas ni escuches su voz, y todo parezca tan desierto con nosotros esta nuestro Dios, porque su misericordia es inmensa, eterna y nada la detendrá", nos persigue de continuo, la tierra está llena de su presencia, de su gracia y de su gloria pese a ti y pese a mi. Pero sólo heredamos esto con un corazón manso, humilde y sencillo, contrito y humillado, porque quien podrá estar frente a El y mantenerse en pie???. No somos más de lo que El es nosotros, no tenemos nada más que a El, quien es nuestra heredad, la porción de nuestra copa y quien sustenta nuestra suerte, y lo único que tenemos en los cielos, es lo que realmente nos pertenece y a quien realmente pertenecemos, nos compró a precio de sangre, ya no somos nuestros, somos ovejas de su prado, no somos nada sin El, el es todo para nosotros... "Yo sé que mi redentor vive y con el me levantaré, aunque mi carne fuere deshecha, con mis ojos veré al Señor..."

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