Un día Jaime M. Black, de Williamsport, Pennsylvania impulsivamente cortó camino a través de un sendero angosto para ganar tiempo en su caminata hacia el correo. Mientras caminaba presuroso, pasó junto a una joven que estaba barriendo la entrada de una casa casi en ruinas. Estaba pobremente vestida y en su rostro, aunque joven, ya se veían rastros de preocupación y abandono. Black le preguntó a la niña, cuyo nombre era Bessie, si ella concurría a la escuela dominical. "No, señor," respondió. "Me gustaría ir pero no tengo nada apropiado para ponerme. ¡Cuánto me gustaría ir!" Black, su esposa y amigos le compraron a la niña ropa para la iglesia Ella comenzó a asistir fielmente, tanto a la escuela dominical como a la reunión de jóvenes.
Cada vez que pasaban lista, ella estaba allí. Un día, cuando Black pasaba lista, Bessie no contestó. Black miró sorprendido, repitió el nombre pero ella no estaba. Después de la reunión el se dirigía a la casa de Bessie, pensando que tal vez el padre alcohólico no le había permitido asistir, o la habría golpeado tanto que no había podido asistir. En vez de eso, la encontró muriendo de neumonía. Llamó a su propio doctor, pero todos los esfuerzos resultaron en vano.
Black no podía dejar de pensar en el sentimiento que había recorrido su ser cuando pasó lista, y Bessie no contestó. Pensó en cómo iba a ser en el Cielo cuando se pase lista y
!OH qué tristeza será que haya quienes no tengan sus nombres escritos en el Libro de
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